El fenómeno psíquico de la dependencia no se sitúa en una categoría dimensional, dependencia-independencia, porque siempre te verás dependiendo en cierta medida de alguien en todos los ámbitos de tu vida. A todos nos gusta pensar que somos independientes a la hora de decidir, opinar, comportarnos, expresarnos, sentir… Seguro que no te cuestionas por tus gustos, por tu criterio en un sinfín de asuntos, tampoco te preguntas porqué te sientes perteneciendo a un grupo social determinado, a una ideología, a un partido político… Das por sentado que tus preferencias forman parte de tu personalidad, o quizás defiendas que la cultura de tu entorno te condiciona en dichas preferencias, que estas sujeto y dependiente de la cultura del medio social en el que vives. Defender esto último es correcto, pero solo en parte. La cultura nos hace ver y conocer los valores y normas sociales, pero, por tu experiencia, compruebas que hay muchas interpretaciones de esta realidad. Lo que quiero resaltar es que, sin darte cuenta, es posible que te dejes influenciar por las interpretaciones o los criterios de ciertas personas, y, esto último, es lo que yo llamaría sufrir una dependencia. Sufres de dependencia cuando no te paras a analizar la realidad por ti mismo, sino que tomas prestado el criterio de alguien que se presenta con una aureola de prestigio, carisma, autoridad o sabiduría. Este tipo de dependencia es normal, esta en la naturaleza humana, somo seres sociables y, por lo tanto, somos fácilmente sugestionables; no son dependencias que haya que catalogar de patológicas (ver la primera parte de este artículo). Sin embargo, ten presente que siempre tienes la capacidad para reaccionar y replantearte las ideas que te han sugerido o te han impuesto sin tu ser consciente; serán reacciones que ayudan a tu crecimiento personal (ver artículo sobre la timidez y sobre la autoestima).
Las dependencias antes mencionadas las llamaré “dependencias sociales”; en ellas no intervienen los sentimientos afectivos como los que profesas hacia las personas cercanas a ti. Sin embargo, dichas dependencias pueden llegar a ser en cierto modo, perjudiciales en determinados contextos, como cuando te creas la necesidad de pertenencia a determinados grupos sociales y, en consecuencia, te encuentras forzado a comulgar con las ideas, criterios y preferencias predominantes en dicho grupo, sin darte cuenta te sientes constreñido a no ir en contra de la opinión general del grupo, algo parecido ocurre en cualquier comunidad humana. Subrayo que las mayores posibilidades de padecer malestar psicológico se dan cuando te ves compelido a seguir tus necesidades de pertenencia. El sentimiento de pertenencia es algo inherente al ser humano, sirve para crear tu identidad y para sentirte arropado por un grupo social, así que, ya puedes imaginarte el temor que supone sufrir el rechazo de tu grupo de pertenencia.
Al hablar de sentimiento de pertenencia a un grupo social me refiero a grupo de personas físicas, personas con las que tienes un mínimo de relación personal con ellas, grupo en el que puedes observar que cada miembro tiene establecido un rol en el grupo. También tengo que mencionar lo que yo llamo ”grupos en abstracto”, esto es, cuando tu criterio, preferencia o ideología queda vinculado a un grupo imaginario; ello ocurre cuando temes cambiar de opinión sobre cualquier cosa por temor a la crítica de dicho grupo imaginario (por grupo imaginario me refiero al grupo con el cual te has identificado habitualmente, aunque no haya una relación personal, esto es sin tener en mente personas físicas concretas. Ir en contra de la ideología predominante de dicho grupo te crea incongruencia contigo mismo o culpa, puesto que contradices tu habitual modo de pensar). Pero lo que casi siempre puede llegar a ser un problema psicológico para ti son tus posibles discrepancias de opinión con las ideas predominantes en el grupo compuesto de personas físicas.
Los casos extremos de dependencias patológica ocurren si de te ves atrapado en una secta (el asunto de las sectas requiere otro artículo). Hablando de sectas, tengo que añadir a lo mencionado, en relación a tu dependencia de tu grupo de pertenencia, que lo que te puede perjudicar psicológicamente son las actitudes sectarias que los grupos llegan a ejercer sobre sus miembros que, evidentemente, son ciertos miembros del grupo los que tienen un mayor interés en mantener la cohesión del grupo los que utilizan dichas actitudes sectarias.
Todos necesitamos sentirnos perteneciendo a un grupo social determinado, identificarnos con las ideas o la ideología de dicho grupo; por lo tanto, no se trata de renunciar a ello, pero sí dejar en tu espíritu una parcela de libertad para evaluar, valorar y cuestionarte, en cualquier momento, el acervo cultural o ideológico del grupo al cual le profesas tu sentimiento de pertenencia.
Con el presente artículo no pretendo que te muestres alerta y suspicaz en tu mundo social. Es saludable sentirte perteneciendo a distintos grupos o profesar una ideología determinada sin tener que preguntarte de dónde proceden dichas decisiones y preferencias. Es preferible pecar de ingenuo o ser un tanto dependiente que caer en la suspicacia constante.
JOSE CANO
Soy psicólogo clínico, psicoterapeuta e hipnoterapeuta. Desde hace 27 años, trato los problemas psicológicos de los adultos. Mi orientación psicoterapeuta es ecléctica, aunque soy especialista en “Psicoterapia Dinámica Breve” (enfoque fundamental para entender y tratar los trastornos emocionales) y soy miembro de la “Sociedad Hipnológica Científica”.
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