Lo que vale la pena decir de la depresión es que hay varios tipos de depresiones. Tal vez conozcas una persona que sufre depresión, la notas apagada y sabes que toma medicación desde hace años, en cambio, otra persona toma antidepresivos desde hace poco tiempo; ¿tienes que pensar que es el mismo tipo de trastorno? Mejor piensa que el trastorno puede ser diferente. Las sensaciones o los síntomas son parecidos, pero no puedes asegurar que las dos personas sufren de lo mismo.

Algunas personas reúnen todos los síntomas de una depresión, además, tal depresión la padecen desde hace tiempo por lo que requieren constante medicación; en tal caso puedes pensar que es probable que se trate de una depresión debida a un desequilibrio bioquímico, es decir, que necesitan el aporte de una sustancia para sobre llevar la enfermedad llamada depresión.

Con lo arriba mencionado quiero referirme a que hay casos de depresión que puedes llamar “enfermedad”; quizás porque realmente sea así, o quizás porque hace demasiado tiempo que el paciente padece la depresión con lo cual habrá varios factores que dificultan tratar el trastorno depresivo. Son depresiones que en psiquiatría se las denomina biológicas, endógenas o psicóticas, pero que en definitiva no se busca un evento responsable, porque la única causa posible es algún problema neuroquímico.

Pero hay otros casos de depresión, depresiones que se padecen desde relativamente poco tiempo, incluso unos pocos años. Son casos en los que con cierta facilidad intuyes o aprecias que subyace una causa, causa que seguramente será desconocida para el paciente. Estos casos son los que con mayor frecuencia acuden a mi consulta. Casos en los que debes trabajar el evento desencadenante, la impotencia, la indefensión, la culpa y la perdida, he ahí las cuatro causas de toda depresión; me refiero a las causas de las depresiones relacionadas con algún evento. En ningún caso me refiero a las depresiones por causas estrictamente biológicas.

Las depresiones que tienen su origen en un evento concreto son las más frecuentes en mi consulta, aunque a veces pueden confundirse con las biológicas.

En todos mis años de práctica me he encontrado con muy pocas depresiones biológicas, o quizás con las que me he encontrado hayan sido casos en los que he desistido de seguir buscando una causa inicial y me he resignado en aceptarlos como causas biológicas.

Cuando trato una depresión que intuyo que no es biológica me esfuerzo en encontrar la causa en algún acontecimiento, normalmente basado en las relaciones interpersonal del paciente. Es importante tratar esas causas y no limitarse a enseñar al sujeto a que interprete su vida se interprete de modo más positivo. Dar una visión positiva puede ser útil a la hora de decidir o acometer ciertas cosas, pero no creo que sea lo correcto cuando tratas una verdadera depresión.

Cuando el origen de la depresión es una pérdida o una controversia interpersonal, debemos estudiar esas causas, porque estas siempre mantienen su efecto a pesar del tiempo transcurrido; y, además, es una buena oportunidad para cambiar y mejorar rasgos de tu persona, modos de ver la vida y las maneras de relacionarse con los demás.

No hay porque resignarse a que los medicamentos hagan su efecto, a que te estabilicen el ánimo y a esperar volver a ser el de antes. Por muy bien que te vaya con los medicamentos la depresión es la oportunidad de cambiar, mejorar y de aportar algo enriquecedor a tu personalidad.

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